Las redes sociales, ¿nos informan o nos deforman?
Hace pocos días he oído a varias personas algunos comentarios relativos a la pregunta del titular un momento de reflexión. Lo hacían en un contexto familiar para decidir si imponer o no restricciones a sus hijos adolescentes en el acceso a las redes sociales.
En principio me pareció que limitar exhaustivamente estas nuevas vías de información supondría situar fuera del contexto actual a esas criaturas, pero luego -pensando que se trataba de padres preocupados por la educación de sus hijos- decidí acogerme a una cavilación más profunda: aunque solo fuera iluminados por el instinto paternal, ¿no habría algo de verdad en este dubitativo planteamiento paterno?
En principio me pareció que limitar exhaustivamente estas nuevas vías de información supondría situar fuera del contexto actual a esas criaturas, pero luego -pensando que se trataba de padres preocupados por la educación de sus hijos- decidí acogerme a una cavilación más profunda: aunque solo fuera iluminados por el instinto paternal, ¿no habría algo de verdad en este dubitativo planteamiento paterno?
Efectivamente, las redes sociales nos conectan al mundo. De hecho, son parte del mundo. Pero, ¿son todo el mundo? Aquí está la clave de la reflexión: ¿tienen razón de medio o tienen razón de fin?
Si el niño -o el padre- es capaz de poner control y autodominio sobre su uso, no hay una razón suficiente para limitar el acceso. Sin embargo, este autodominio no siempre se hace posible, especialmente en jóvenes, que no tienen aun formada su voluntad o en casos en que se está en un estado emocionalmente deconstruido.
Querido lector, con la máxima sinceridad contigo mismo, hazte estas cuatro siguientes preguntas:
1. ¿Lees todos los posts a los que estás suscrito en las redes sociales?
Es evidente que uno no puede leer todo lo que le llega, pero esto nos invita a plantearnos nuevas cuestiones: ¿Cuál es el método que utilizamos para hacer una selección, solo la curiosidad o hay algo más profundo? Si solo es la curiosidad estás expuesto a cualquier resfriado.
2. Los posts que estimulan tu curiosidad o que sencillamente has elegido, ¿con qué profundidad los lees?
Es cierto que una vez que uno ha comenzado a leer un artículo de su interés, si su contenido no cubre las expectativas generadas, puede ser una pérdida de tiempo continuar con su lectura. Sin embargo, ¿te pasa eso con todos los posts o con la mayoría de ellos? Cuando lees algo te interesa, ¿sabes quién lo firma? Si te ocurre con frecuencia, acusas un problema compulsivo. Quieres mucho, pero no sabes qué es lo que mucho quieres.
3. ¿Dejan los artículos leídos alguna huella intelectual?
Un artículo bien leído debe dejar algún tipo de poso. Ninguna lectura debería dejarse al margen de una crítica constructiva. Constructiva. ¿para quién? Al menos para el lector. Pero una lectura constructiva, debe ser reflexiva y eso exige tiempo, calma y un objetivo definido. Es cierto que el tiempo borrará paulatinamente la memoria del artículo, pero el poso no es memoria, más bien es solera, vino añejo, cuidadoso cultivo con fundada esperanza de fruto. Haces bien en leer, pero si la lectura no te deja huella, ¿para qué lees?
4. ¿No será que has sustituido la actividad intelectual por la mera interacción relacional que te proporciona una red social?
Yo veo a muchas personas a mi alrededor, no solo jóvenes, poseídos -no poseedores- de sus dispositivos móviles y permanentemente conectados a las redes sociales, que lo reciben todo y más, porque el número de sus suscripciones es innumerable, en los que el criterio de elección es la mera curiosidad -con frecuencia morbosa-, que nunca leen ningún artículo hasta el final y a los que, por supuesto, esta lectura de estarcidos no les deja ninguna huella.
Mariposeo o picoteo
En una ocasión, una persona de cierta edad, cercana a mí y de demostrada parsimonia, hizo en mi presencia, aunque para sí misma, una consideración que dejó escapar en voz baja, de forma que quienes estábamos a su alrededor pudimos escuchar.
Estaba rodeado de personas que interaccionaban con sus dispositivos móviles produciendo los casi tan inaudibles como inefables "ruiditos" a modo de clics que todos percibimos inadvertidamente. Esta persona asoció una metáfora a este desasosegado paisaje urbano:
"Será muy interesante, eficaz y moderno, pero me hace sentir en medio de un corral de gallinas que picotean el grano".
Examina, lector, si en tu vida no habrás sufrido una metamorfosis: quizás, de tu crisálida haya emergido una mariposa que revolotea de flor en flor, que recoge durante un efímero instante algo del néctar de las flores que la tecnología te ofrece por doquier, pero que te impide una estabilidad nutricional.
Si es así -en sentido figurado- puede que estés alimentando una anorexia en la inteligencia y una bulimia en la voluntad.
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ResponderEliminarComo con la música, antes comprabas un disco de vinilo y lo escuchabas varias veces de principio a fin, de fin a principio, mientras, ibas siguiendo con la mirada el surcar de la aguja, ahora la celeridad y la saturación nos atraganta y nos impide digerir, queremos lo último y más y no lo primero.
ResponderEliminarUn buen post que da que pensar.
ResponderEliminarCiertamente si el "enganche" a los móviles o la red te impide hacer tu vida normal, con tu sociabilidad con tu familia, indudablemente tienes un problema.
Demasiada infografía alrededor... hay que saber seleccionar que contenidos pueden nutrirte... los demás, sobran. Hay que aprender a seleccionar aquello que nos aporte.
Enhorabuena por el post y por el blog. Creo que pone de manifiesto una realidad: las TIC van mucho más allá de lo que pensamos, y su impacto en los menores es elevado. Y esto es así para lo bueno y para lo malo. Le recomiendo los artículos que estoy colgando sobre cómo internet y las TIC están modificando el cerebro de los niños y adolescentes, su forma de procesar la información, de relacionarse, etc. Lo bueno de todo esto, es que podemos trabajar sobre aquellos cambios que no son positivos, y reforzar los que sí están demostrando serlo:
ResponderEliminarhttp://kidsandteensonline.com/2013/09/15/cambios-en-el-cerebro-parte-i/
Un cordial saludo.
Guillermo
Muchas gracias por la recomendación, Guillermo.
ResponderEliminarMe he suscrito a la RSS.
Somos muchos los que pensamos de esta manera, pero no son tantos los que se atreven a manifestarlo: yo observo una cierta presión social-profesional a la contra.