Computación en la nube: disipando la borrasca (parte 1 de 3)
No cabe duda de que la voz “Adobe Acrobat” es conocida por la totalidad de los usuarios de cualquier dispositivo informático. Una búsqueda de esta voz en Google, y en el momento de escribir estas líneas, nos proporciona aproximadamente unos 60 millones de resultados. Si, en cambio, la voz buscada fuera “Cloud Computing”, los resultados obtenidos serían unos 20 millones: un tercio de los de Acrobat. Sin embargo, no hay una proporción entre los usuarios que conocen Acrobat y los que saben en qué consiste Cloud Computing o la nube. ¿Por qué? Podría justificarse afirmando que el concepto de nube es tan novedoso como extremadamente importante.En febrero de 2011 por cada 10 búsquedas en Google de “Adobe Acrobat” se hicieron casi 5 de “Cloud Computing” a nivel mundial (fuente: Google Trends, véase figura 1).
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Figura 1. Proporción de
búsquedas de las voces “adobe acrobat” y
“cloud computing” en el buscador de Google según Google Trends. |
¿Por qué una nube?
Todos hemos escuchado hablar de la “nube”, pero siempre se nos presenta este concepto como algo ligado al marketing y de comprensión difuminada. En la situación de crisis en la que nos hallamos, ha de pensarse muy detenidamente cualquier inversión que deba realizarse, razón por la que los reclamos publicitarios se perciben como si fueran ofertas transidas de amenazas: ha llegado el momento de hacer luminoso el conocimiento de la nube para que no se torne borrasca.En la computación tradicional se emplea un método de utilización de los recursos lineal y localizado. Necesitamos un hardware y sobre él un sistema operativo, que a su vez soportará unas aplicaciones que gestionarán datos que residan en unos medios de almacenamientos concretos locales, que se transmitirán a través de una red, etc. El problema radica en que si uno sólo de los elementos que intervienen -hardware, software o comunicaciones- deja de funcionar, el proceso entero queda inhabilitado interrumpiendo la producción y disminuyendo la productividad. Las nubes vienen a paliar este problema puesto que intentar romper esta secuencia mediante paralelización o redundancia de los servicios y deslocalización de los recursos. Se podría afirmar que la nube representa la globalización de los procesos y servicios de los usuarios de aplicaciones informáticas.
¿Qué es una nube?
Lo primero que hay que tener claro es que la nube no es una nueva tecnología, sino más bien un nuevo modo de hacer negocios; o mejor, un nuevo método de utilización de la tecnología para hacer negocios. Lo que sí es cierto es que la computación en la nube utiliza intensivamente las nuevas tecnologías y su implantación comercial solo ha sido posible desde que se ha producido la maduración de las tecnologías de las que depende, momento que parece haber llegado.
Un ejemplo de computación en la nube lo tenemos en Google Apps. El servicio más conocido de Google es un buscador, pero no es el único: probablemente, ni siquiera el más importante desde el punto de vista tecnológico. Cuando damos de alta una cuenta en el servicio de webmail de Google tenemos la posibilidad de utilizar muchas de las herramientas de Google Apps, así podemos crear, guardar e intercambiar documentos creados desde el mismo explorador de Internet para que sean accesibles desde cualquier localización geográfica y compartidos con otros usuarios de Internet. Si deja de funcionar nuestro PC, no importa demasiado porque en él no residen los documentos que ahora estarían en la nube de Google: dispondríamos de un servicio de correo, de gestión de un gestor de imágenes como Picasa, de vídeos como Youtube, de aplicaciones ofimáticas como Google Apps, de mensajería electrónica como Gmail o Google Talk, etc. Y, accesibles desde cualquier ubicación. ¿Qué necesitamos? Una buena conexión a Internet: el punto más débil de la nube.
De modo semejante se pueden hacer redundantes y deslocalizados los sistemas de almacenamiento en disco y se pueden hacer interconexiones entre los sistemas mediante conexiones a Internet rápidas y redundantes.
Pero, si el despliegue de la nube exige esta ingente cantidad de infraestructura ¿cómo pagar los servicios que ofrece? Aquí viene lo mejor de la nube para este tiempo de crisis: los servicios en la nube se pagan por uso y por tanto, desde el punto de vista empresarial, se reducen los costes fijos en beneficio de los lineales, se relajan las amortizaciones y disminuyen los activos. En síntesis y simplificando mucho: sólo pagamos si producimos, pero si producimos tendremos oportunidades de poder pagar.
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Alfredo Abad Domingo.
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Artículo "Computación en la nube: disipando la borrasca". Escrito originalmente y publicado en Escenario 2011. Instituto Tecnológico y Gráfico Tajamar. ISBN: 978-84-88543-11-0. Copyright 2011 by Alfredo Abad.
La didáctica con la que se explica la estrategia de esta nueva era de la informática me parece bastante clara y creo que debería ser leída por muchos
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