No cabe duda de que una cierta dosis de introspección interior proporciona datos más o menos fiables de nuestras necesidades y posibilidades de cambio: es el primer paso en el camino de la mejora personal. Sin embargo, esta actitud puede derivar en un preciosismo interior encaminado en un primer estadio a lo obsesivo y en un segundo a lo compulsivo.
No está de más adquirir un cierto espíritu de examen (ahora se dice autocrítica), pero no para acuchillarse por los errores cometidos sino para orientar el futuro desde nuestro presente y tomando conciencia de cómo fue nuestro pasado.
De lo contrario, nos pasará como al español Severo Ochoa (premio Nobel en Medicina) que después de una vida de investigación se quejaba: "Me he dedicado a investigar la vida y no sé por qué ni para qué existe".
Y tú, lector, ¿practicas el examen -perdón, la autocrítica-? Y si no lo practicas ¿crees que podrás cambiar?
Pon cada día unos minutos de radiografía: aprenderás a mirarte como realmente eres y llegarás a ser como quieres ser.
¿Conoces alguna manera mejor de progresar en tu propia libertad?
Ilustración:
Antonio Marín (c). Más imágenes originales en http://dibuloco.wordpress.com/
Reflexión:
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