martes, 18 de junio de 2013

"People Tagging" (1 de 3): ese novedoso deporte olímpico de siempre

¿Qué es el "people tagging"?

Abecedario tecnológico.
En la actividad TIC es relativamente frecuente atribuir decisiones o conductas de personas a la pertenencia de estas a las distintas familias o tribus tecnológicas. Estas atribuciones cabalgan a lomos de la tecnología, pero sobre todo se prestan a reflexión interior mediante técnicas de coaching.
Por ejemplo, una persona nunca compraría un iPhone porque es un "windolero" o aquélla odia la tableta de Samsumg porque hace tiempo se casó con Apple, aunque ni siquiera conozca las características de la tableta.
Si en un momento dado el propietario de un teléfono Samsumg sacara de su maletín un iPad de Apple, algo se rompería en nuestros esquemas mentales, empobrecidos y cercados por la tiranía de unas conclusiones que no se atienen a premisas sólidas: habríamos etiquetado a esa persona y, a priori, habríamos concluido para ella la imposibilidad de cambiar de tribu tecnológica.
La atribución de estereotipos a personas se extiende mucho más allá del ámbito tecnológico y se ha hecho tan frecuente que bien se podría convertir en un nuevo deporte olímpico, que podríamos bautizar como "People Tagging" o en el maquiavélico arte del "etiquetado de personas".
Pero ¿por qué etiquetamos a las personas? ¿Qué beneficios obtenemos? ¿A quiénes se perjudica?

 Si estas preguntas, querido lector, estimulan tu curiosidad, no lo dudes: sigue leyendo, este es tu post.

¿Por qué etiquetamos a las personas?

Dejando de lado razones morales que extienden sus raíces en la malicia, campo vedado al coach, etiquetamos a las personas por una cuestión de comodidad. Analicemos el porqué.

Estamos acostumbrados a oír que "no debemos juzgar a las personas, sino los hechos". Los jueces son los únicos que deben enjuiciar a las personas a partir de sus actos y, esto, no lo hacen en cuanto personas que también son, sino en cuanto  jueces, es decir, de una manera profesional.

De este modo, una persona que ha cometido un crimen, es llamada por el juez criminal cuando dicta sentencia y se le aplica la pena que la norma legal reserva para los criminales.

El juez no determina la pena arbitrariamente para esa persona a la que condena, sino que atribuye el crimen a esa persona, etiquetándola como criminal, y luego la normativa penal dice qué pena merece el condenado, no por ser persona, sino por ser criminal.

Cuando nosotros etiquetamos a una persona, lo que hacemos es clasificarla, porque una vez clasificada, nuestros patrones mentales le aplicarán una serie de beneficios o castigos por su pertenencia -abribución- a un determinado grupo. Solo tendremos que decidir el beneficio/castigo una primera vez porque cualquier otra persona clasificada en el mismo grupo, derivaría en la misma suerte.

Por tanto, lo que estamos haciendo es construir en nuestro pensamiento una cosmovisión del mundo de las relaciones entre personas a las que le aplicamos nuestras propias creencias psicológicas, en su mayor parte limitantes. Algo que el coach tiene que ayudar a derribar para liberar a su coachee de esos sutiles lazos que tanto le atenazan y que le impiden proporcionar oportunidades de cambio a cuantos le rodean.

En el lenguaje ordinario nos referimos a este fenómeno de una forma exquisitamente expresiva: colgamos a las personas "sambenitos". En el Diccionario de anécdotas, dichos, ilustraciones, locuciones y refranes (Rubén Gil, Editorial CLIE, 2006) se aporta una interesante información sobre los "sambenitos":

Penitente revestido
con el sambenito

El Sambenito era la insignia de la Santa Inquisición, que echaban sobre pecho y espalda del penitente reconciliado. Nombre abreviado de "saco bendito". Batús coindice en su escrito:
"El sambenito era una especie de escapulario de lana amarilla con la cruz de San Andrés, llamas e fuego y otros adornos. Era una imitación del saco de penitencia que se ponían para llorar sus culpas los penitentes de la primitiva iglesia". 
Debido a que este saco o escapulario se bendecía antes de ponerlo al penitente, de aquí viene que se llamara saco bendito, de  donde más tarde se llamó San Benito.
En los Autos de Fe de la Inquisición, los reconciliados salían con una vela de cera en las manos y con el sambenito de color amarillo y dos grandes cruces rojas pintadas entre pecho y espalda. 
No obstante, según consta en "Relación del Auto de Fe de Logroño de 1610" el sambenito lo llevaban no solo los reconciliados, sino también los relajados (los entregados a la justicia secular para el castigo de sus culpas).

Ya tenemos centrado el tema, pero ¿qué beneficios se obtienen practicando el tagging? Y, ¿a quién perjudica esta maquiavélica actividad?
Estas y otras respuestas en el siguiente post (2/3). No te lo pierdas. 

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Alfredo Abad Domingo.
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