lunes, 16 de junio de 2014

Sobre el éxito y la excelencia

Afirma la RAE que el éxito (del latín exitus, salida) es el resultado feliz de un negocio o actuación además de la buena aceptación que tiene alguien o algo. Con frecuencia hablamos de éxito y excelencia como si fueran sinónimos y, efectivamente, tienen algunos elementos en común, pero no son lo mismo. ¿No lo crees? Sigue leyendo.

La misma RAE afirma que la excelencia (del latín excellentia) es la superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo.

¿A que son parecidos? Expongamos dos formulaciones de ejemplo para reflexionar sobre ellas:
  1. Hoy he tenido éxito en este negocio.
  2. Hoy he realizado mi trabajo con excelencia.
Si he tenido éxito, estoy indicando que mi negocio ha finalizado según mi intención. En cambio, si mi trabajo ha sido realizado con excelencia lo que preciso es que fue hecho de manera eficiente, con calidad y con bondad (como dice la RAE), de modo que esa calidad produce admiración.
La admiración de la excelencia no proviene de finalizar la acción sino de la calidad de lo realizado.
Con solo el éxito, el caco consigue su botín, pero no podemos atribuirle un trabajo excelente, salvo que participemos de algún modo de la picaresca.
La excelencia alberga una componente moral, la bondad de la acción; el éxito no necesariamente.
No se puede decir que nuestros antepasados de Altamira tuvieran un éxito inefable: no hemos sabido de la existencia de esas pinturas rupestres hasta hace bien poco tiempo. Sin embargo, su trabajo fue excelente, digno de la estimación de todos en la actualidad y merecedor de unas medidas proteccionistas de conservación que indican la importancia del patrimonio cultural que suponen esas pinturas.

Cuando se habla de la cultura del esfuerzo, con frecuencia se habla de que conduce al éxito. A mí no me interesa esa cultura del esfuerzo si el camino hacia el éxito no pasa por las verdes praderas de la excelencia.

Cuando se utiliza tecnología educativa, sobre todo si hay gamificación por medio, hay que poner un exquisito cuidado pedagógico en que el objetivo de éxito no relegue la excelencia a la profunda oscuridad de las cavernas de la cultura del pelotazo.

¿Quieres saber más sobre la perversión en la cultura del esfuerzo? Te sorprenderás.

Ilustración: 
Antonio Marín (c). Más imágenes originales en http://dibuloco.wordpress.com/

Reflexión: 
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Alfredo Abad Domingo.
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